Así como existen discapacidades que resultan fáciles de advertir (una persona amputada, por ejemplo), también las hay que no tienen una marca externa que las haga visibles.
Así, el dolor crónico, los problemas respiratorios, fibromialgia, esclerosis múltiple y un gran conjunto de enfermedades, condiciones y síndromes que supera el impresionante número de 7.000 son las que se conocen como discapacidades invisibles, esto es, aquellas cuyos síntomas no tienen muestra aparente en el cuerpo o cuya manifestación es episódica.
Muchas de las personas implicadas necesitan de ayuda, pero, al no mostrar evidencias tangibles, no la reciben.
Una de estas necesidades que pueden tener aquellas personas que portan este tipo de discapacidades es la de viajar sentadas. Al no advertir signo alguno, muchos sujetos deben afrontar situaciones enojosas al requerir que se les ceda el asiento.
Pensando en estas situaciones, Kate Welsh, estadounidense habitante de Toronto desde hace diez años, ha diseñado unos prendedores a los que llama “botones de equidad” que contienen leyendas tales como “Por favor, ofreceme el asiento”, “Mi discapacidad es episódica” o “Mi discapacidad es invisible”, con distintos motivos.
Welsh explicó que le ha sucedido ser confrontada por algunas personas a las que les requirió el asiento. Incluso ha recibido respuestas a su requerimiento pidiéndole que pruebe su discapacidad.
La venta de sus botones va viento en popa y quienes los utilizan evitan mayormente episodios embarazosos, dado que muchas personas, al leer los textos, ofrecen el asiento espontáneamente.