A Daniela Briñón, el nacimiento de Sofy hace ocho años le cambió la vida. Dejó su trabajo y poco después empezó con su nuevo proyecto.
«Sofy nació con 26 semanas de gestación, y estuvimos otros seis meses en Neonatología. Después, más de un año de internación domiciliaria. Tiene parálisis cerebral o encefalopatía crónica no evolutiva, que implica una discapacidad múltiple en varios aspectos: motor, habla, vista, y cognitivo”, cuenta Daniela Briñón.
Daniela (48) tiene un máster en Comunicación Institucional y siempre había trabajado en entidades financieras. Pero la llegada de Sofy, hace ocho años, cambió todo. “No podía estar todo el día afuera, así que dejé mi trabajo para ocuparme de ella”, dice.
El ingenio de una madre no tiene límites. Y el de una auténtica emprendedora tampoco. De su necesidad y su búsqueda nació “Zona de Sentidos”, su proyecto de juguetes para chicos con discapacidad que viene ligado a una comunidad online de apoyo a familias.
Daniela Briñon y sus hijas Clara y Sofía. Desarrolló su emprendimiento de juguetes para chicos con parálisis cerebral a partir de las necesidades de Sofy.
Las dos cosas tienen que ver con descubrimientos relacionados con la llegada de Sofía: se dio cuenta de lo difícil que era encontrar juguetes para estimularla y también de la falta de acompañamiento que sufren los padres de chicos con estas dificultades.
La idea dio paso a la acción cuando nació Clara, su segunda hija. “Las ganas siempre estuvieron en mí, pero ahora sabía qué quería hacer. No encontraba juguetes de apoyo para la discapacidad de Sofy y me di cuenta de que a muchas familias les pasaba lo mismo”, recuerda.
Así creó el emprendimiento que difundió y funciona a través de una página web y también “Zona de Comunidad”, el blog en el que busca generar permanentemente contenidos para familias de chicos con discapacidades. “Cuestiones de interés como temas legales, terapias nuevas o historias de vida”, detalla.
La usina generadora de los juguetes se encuentra en su casa de Martínez. Salvo excepciones son diseñados por ella misma.
Daniela Briñon y sus hijas Clara y Sofía. Desarrolló su emprendimiento de juguetes para chicos con parálisis cerebral a partir de las necesidades de Sofy.
“En Argentina estamos muy atrasados así que a veces miro lo que hay en otros países y lo desarrollo acá. Pero muchas ideas las saco de la experiencia, de cosas que vivo con Sofy en el día a día. Por ejemplo, los talles de los bodys en cualquier local llegan hasta nenes de dos años. Y a un chico que se maneja en silla de ruedas lo tenés que alzar y le levantás la ropa sin querer, entonces creé bodys hasta 12 años, para invierno. E incluí una abertura en la panza para aquellos que se alimentan por botón gástrico”, cuenta.
“Tenemos juguetes que son para chicos con o sin discapacidad –aclara–, como instrumentos musicales y otros más específicos, por ejemplo una caja de texturas para nenes que no tienen la posibilidad de gatear y acercarse a tocar lo que está a su alrededor. Mediante la caja le acercamos texturas a sus manos”.
Además tienen juguetes para estimular la motricidad fina, colchonetas y mordillos, entre otros.
Asegura que lo más reconfortante es el agradecimiento que recibe de parte de las familias. “Me mandan fotos de que les llegó todo bien, de los chicos jugando. Eso no tiene precio. Mensajes alentadores agradeciéndome por ocuparme de hacer esto”, destaca.
Y remarca que hace tiempo que la motivación dejó de ser económica: “A veces pienso: ¿Esto es un negocio o un emprendimiento social? Si yo siguiera trabajando de mi profesión ganaría diez veces más. Pero esto para mí es sanador, me llena”.
Por este motivo es que su proyecto ahora es lograr que su emprendimiento se transforme en una asociación civil.
Inspirada por la primera sonrisa de su hija Sofy, Daniela quiere seguir generando alegría y, principalmente, acompañando. “Quiero dar charlas en colegios para generar conciencia sobre la discapacidad. El blog es mi manera de ayudar y acompañar a las familias. Uno toma contacto con médicos y terapeutas pero si no tiene a nadie que viva una situación similar, termina estando muy solo. Especialmente con la cantidad de trabas que hay: las prepagas que no quieren cubrir lo que les corresponde, la falta de espacios para sillas de ruedas, la mirada del otro que no comprende, no empatiza”, sentencia.
Fuente: Clarin