Cristian Alderete perdió la visión cuando era chico y encontró su lugar en el mundo como trombonista. Está casado y tiene cinco hijos.
Descubrir las pasiones a corta edad no es un regalo que se les presenta a todos. Sin embargo, para Cristian Alderete (39), vecino de Laferrere, la conexión se dio desde su infancia. Y desde una realidad que no puso barreras.
Tras haber nacido con una disminución visual, a los siete años perdió completamente la visión, pero una guitarra lo acercó al maravilloso mundo de la música, que lo llevó formar parte de la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos desde hace 21 años, donde toca el trombón.
Cristian Alderete cantó junto a León Gieco.
Cristian también da clases en el Profesorado de Educación Especial 105 de Ciudad Evita. Más allá de sus actividades y conciertos, el músico tiene un canal en YouTube donde –a través de su vida y la actividad musical– busca fomentar el concepto de inclusión.
“El primer contacto con un instrumento lo tuve en un Día del Niño, cuando mi abuela ganó una guitarra que rifaban en la plaza de Rafael Castillo. Yo me acostaba, la ponía sobre mi panza, tocaba las cuerdas y sentía la vibración, escuchaba las notas y soñaba con cantar”, rememora Cristian. A los siete años perdió la visión y comenzó a estudiar en la Escuela de Ciegos 511 de La Matanza.
Cristian Alderete muestra su pasión por la música en distintos escenarios del país.
Tres años más tarde, se integró en la escuela 182 y comenzó a participar de los talleres escolares, y uno llamó poderosamente su atención: el de música.
A partir de ahí, comenzó a formarse en el Conservatorio Alberto Ginastera de Morón, aunque con algunas dificultades: “Aprender las partituras y las notas era difícil pero lo necesitaba. Empecé a estudiar como podía hasta que me enteré de que existía la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos y la musicografía en sistema Braille”, comenta.
Y agrega: “Fue impactante escuchar a la Sinfónica por primera vez. Es una experiencia que te marca, y mucho más si tu universo es sonoro”. Cristian se formó en guitarra y percusión, pero luego de escuchar a la Sinfónica, a los 13 años, decidió tocar el trombón.
A los 18 logró cumplir su sueño: ingresar a la plantilla estable del organismo nacional. “Encontré gente con mucha pasión. Aprendí mucho y me fui acomodando a una realidad que en principio es muy dura para quienes tenemos limitaciones”, detalla. Alderete está casado con Lucía y tiene cinco hijos: Gonzalo (20), Facundo (19), Candela (13), que hace seis años integra la Orquesta Juvenil de Morón Sur, Lala (12) y Agustín (10).
Es profesor nacional de música y en el Instituto Superior de Formación Docente N°105 para la Educación Especial enseña una materia llamada “Formación Profesional”, en la que busca transmitir a quienes tengan alguna discapacidad su experiencia en el difícil mundo de la inserción laboral.
“Lo que me parece muy importante, además de la formación académica, es generar una capacidad de perspectiva en los futuros docentes de los chicos, que sepan que existen instituciones que los integran y pueden ayudarlos para su inserción laboral y social en un futuro. Pero los grandes tienen que saberlo primero”, detalla Alderete.
“Hoy quieren incluir a las personas de capacidad. Pero nadie habla de la integración. Sería exagerado pedir que todo el mundo sepa lenguaje de señas o leer en el sistem Braille. Pero, como individuo social, la gente debería estar más dispuesta a aprender. Si todos estamos abiertos a conocernos y admitir que no sabemos, las relaciones interpersonales fluirían sin prejuicios” comparte Cristian, el vecino matancero que encontró en la música un lugar de comunicación y expresión que incluye a todos por igual.